domingo, 15 de noviembre de 2009

Colorín, Colorado...

Ya no me queda nada más por incluir en este cuento del Príncipe Chino, ni tan siquiera un final feliz, ya que las andanzas de nuestro protagonista aún no han concluido y son muchas las aventuras que le aguardan en su camino. Pero toda historia necesita un punto que marque su fin y, desde él, poder contemplar la moraleja del cuento.

Éstas son las enseñanzas que el Príncipe ha extraído:

  • Los buenos maestros no abundan, pero sí los compañeros que te permiten ver el mundo a través de sus ojos, sus palabras y sus gestos.

  • A pesar de que no vivas en tu Reino, la Navidad y los cumpleaños siempre son felices.

  • La imaginación y la ilusión se alían para celebrar por todo lo alto el sueño de la razón, donde la diversión y la locura reinan en el País de los Deseos Cumplidos.

  • La belleza se encuentra, no donde intuye la vista, sino donde mira el corazón.

  • La fuerza de la amor y la amistad atraviesa murallas y su poder atrae a personajes de historias antiguas y lejanas.

  • Las líneas que separan a los amigos de la familia, a la gente especial de los meros conocidos y a los compañeros de los maestros, son muy difusas y variables. A veces no encontraremos el cajón apropiado donde guardar tan preciados y diversos tesoros, así que es mejor dejarlos sobre la mesa para vivirlos cada día sin más orden que el que dicten nuestros latidos.


¡Gracias a aquellos hermanos y hermanas de armas que compartieron estas páginas conmigo!