¡Feliz Navidad!
Ya pasó la Nochebuena. Y, al igual que el año pasado, la distancia que nos separa de nuestros seres queridos no ha impedido un gran banquete ni tampoco el despertar de viejas ilusiones infantiles.
La sala común que usamos para tan especial cena quedó decorada al más puro estilo navideño gracias a unos rápidos duendes, y la gran cocinera Lídia nos deleitó con un menú muy sabroso. Aperitivos: jamón, lomo, salchichón, queso, huevos rellenos, pan con tomate y aceite, gambas a la plancha. Primer plato: crema de puerros. Segundo plato: rollo de carne relleno de bacon, aceitunas, huevo duro y dátiles (hecho caseramente por Lídia). Postre: flan con galleta, caramelo y nata montada, y macedonia. Sobremesa: champán, turrones y polvorones.
Y tras la cena, tocaba cantar villancicos, mientras el Tió catalán se preparaba para "cagar regalos". Y ya metidos en juegos de niños, decidimos portarnos bien y disfrutar de juegos muy inocentes pero que provocaban dolor de cabeza: "Toma a Tick. ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué? Tick. Tick. Tick. Tick. Tick. Ah, gracias."
La mayoría de invitados eran españoles, guerreros elegidos por el Hada Ico, aunque también hubo guerreros procedentes de Corea del Sur y Japón y, por supuesto, unos cuantos hijos del Gran Dragón. Y todos nos supimos defender a la perfección en la lengua de este temible Gran Dragón.