martes, 18 de noviembre de 2008

Cuento de los Cumpleaños del Gran Sabio, el Historiador y el Comerciante

Para ser fiel a la verdad, debo confesar que las últimas páginas del cuento no son demasiado interesantes y quedan ensombrecidas por la rutina de las clases, los deberes, las exposiciones, etc.
Ya habéis leído en las entradas sobre mi cumpleaños, como nos las gastamos aquí cuando toca celebrar un cumpleaños. Aunque el cuentacuentos olvidó narrar otros cumpleaños como los de la bella Judit y su caballero Dani, muchos ya sabéis que aquellos días fueron inolvidables para todos y quedó demostrado que sumar años no está reñido con creer en príncipes, campesinas convertidas en modelos o reyes colmados de tesoros.


En este tiempo, ya se han celebrado los cumpleaños de Rafa, el Gran Sabio, de Jaime, el Historiador y Benefactor Culinario -como acredita su diploma otorgado por toda la corte-, y de Dani, el Comerciante. Todos fueron sorprendidos con sendas cenas en lugares que les podrían resultar interesantes. El primero fue agasajado en un restaurante ucraniano amenizado por canciones soviéticas en directo, y disfrutó en los días posteriores de dos actuaciones en la Gran Ópera de Beijing acompañado de las mascotas de los Juegos Olímpicos.


En un primer momento, Jaime fue obsequiado con una escoba y recogedor y un misterioso espectáculo en el Cubo (las piscinas olímpicas). Pero obviamente la magia va mucho más allá y es mucho más exuberante que todos estos regalos... y el día menos pensado, aunque no era el de su cumpleaños, todos sus amigos nos reunimos en El Bocata para comer bocadillos de chistorra, entregarle una mochila repleta de ayudas para su inminente viaje a Japón y, sí, maldecirle con la pesada carga de un Facebook.

Dani, por su parte, se encontró a primera hora de la mañana con un póster revolucionario, que le invitaba a disfrutar de un merecido día de descanso junto con la bella Lídia en un idílico spa. Sin embargo, tuvieron que recorrer un largo camino hasta llegar hasta los mágicos manantiales. La noche se vistió de rojo sangre para asistir a una cena de gala en un restaurante comunista con espectáculo incluido, donde el sol del escenario era el mismísimo Mao Zedong y los camareros/cantantes/bailarines empuñaban diferentes armas al grito de "¡Matar, matar, matar!"


Ya lo he dicho varias veces, pero aún lo diré una vez más. Existen cuentacuentos porque cada día se escriben aventuras que hablan de nobles caballeros y valerosas princesas, historias de amigos, familias, enamorados. No esperes al hada madrina o a un genio para jurar que la magia existe, pues puede que estos personajes ya hayan aparecido en el cuento sin varitas mágicas o lámparas polvorientas...



1 comentario:

Anónimo dijo...

Pronto la monotoniiiia acabaraaaaaa, jejejeje. Ya decia yo que porque habias puesto fotos de los ositos en el cumple de Mate.... I miss u!!!! Besito