Aquella historia se remonta a un año que sería recordado con temor, pues aún no habían caído las primeras hojas del otoño cuando dos altas torres, símbolo de poder y libertad, sucumbieron heridas por las flechas certeras del terror. Por aquel entonces, el joven Príncipe habitaba por unos días un magnífico palacio a orillas del Mar Cantábrico, algo aburrido ya de las aguas mediterráneas. Junto con él, un grupo de 52 embajadores llegados desde todos los lugares del país compartieron la aventura de dejar sus espadas de madera y comenzar el adiestramiento de sus vidas, pues un día debían convertirse en una élite de guerreros de la ciencia, la tecnología, el arte o las letras.
Una vez visitado gran parte del Reino, los alegres viajeros llegaron a la capital del Imperio, donde el Príncipe les esperaba para satisfacer en la medida de lo posible su apetito curioso y su sed de conocimiento. Así pues, degustaron sabrosos manjares y obtuvieron algunas respuestas. No faltaron bailes tradicionales de la tierra ni tampoco algunos más modernos...
¡Muchas gracias por los manjares venidos de España y las risas de los chistes!

"¿Deseas seducir al mundo?"