jueves, 17 de julio de 2008

Cuento en el Reino de la Luz

Había una vez un Reino a orillas del Mediterráneo donde el color blanco bañaba todos los rincones de la tierra, ni siquiera la noche era capaz de acabar con esa luz tan pura. Así, las casas típicas surgían de la oscuridad como antiguos castillos fantasmales y sus moradores, convertidos en espíritus brillantes, alumbraban su alrededor como luciérnagas radiantes en lo más profundo del bosque.
El Príncipe llevaba sumido en su melancolía varios días, unos días grises como los que había dejado en el Reino del Gran Dragón. Había perdido tanto...

Entonces, una noche los espíritus del Reino de la Luz persuadieron al Príncipe con dulces palabras y promesas de diversión para que traspasara las puertas de su mundo, y la noche se tornó blanca.
Bellas doncellas vestidas de blanco, cual novias en el altar, sedujeron al Príncipe con sus sensuales bailes y lo atrajaron hacia ellas con fuertes abrazos y caricias. No servía de nada resistirse a sus encantos; como Ulises oyendo a las sirenas, el Príncipe fue cayendo en sus redes tejidas de amor. Todo era perfecto.











El Príncipe se siente el ser más afortunado de todos los reinos, pues, ya sea allí o aquí, cuenta con unas luces que siempre espantarán las sombras de su tristeza. Gracias por brillar más que las estrellas.


1 comentario:

Anónimo dijo...

¡¡¡Gracias a ti!!! Es muy cierto eso de que todo lo que siembres, lo recogerás... y ahí lo tienes. Como ya te he dicho, a uno no lo hacen sentir especial... a uno le recuerdan lo especial que se es y aun así nunca podremos demostrarte todo lo ÚNICO Y ESPECIAL que eres. LILO