sábado, 3 de mayo de 2008

Cuento de cumpleaños (5ª parte)

Ahora el Príncipe había sido coronado y armado caballero, pero un héroe nunca olvida sus orígenes, por humildes que sean...

"Allí donde nacen los ríos marrones..." podría indicar el vertedero tras la Torre de los Guerreros, pero, pensado escatológicamente, también podría conducir a la morada del caballero más "suelto". En efecto, convertido en un cruel ogro, el guerrero Daniel había sucumbido a las artes oscuras y retaba al Príncipe en su particular ciénaga. Un poderoso embrujo transformó la nueva espada en una escobilla de váter y la corona reluciente en unos guantes de plástico. La sucia misión del Príncipe consistía en bajar de su trono dorado para limpiar un "trono" cagado...



Tal vez las imágenes puedan resultar desagradables, pero os aseguro que las "dulces fragancias" que se respiraban superaban en gran medida lo que los ojos os muestran.


Después de que el agua limpia arrastrara consigo los desechos de algún ser malvado, el Príncipe desencantó al caballero Daniel y fue obsequiado con la figura de un pequeño dragón, bajo cuya garra tiembla el mundo, un recordatorio de la amenaza que se cierne sobre la Tierra y del motivo que condujo al Príncipe a estas tierras lejanas.


En el lugar donde los guerreros encuentran provisiones dentro de la Torre, la tienda, se encontraba la siguiente prueba para el Príncipe. La hija del Gran Dragón que allí habitaba le entregó un gran espejo cubierto de rostros, un espejo mágico que no reflejaba a aquel que lo contemplaba, sino que mostraba recuerdos, momentos felices capturados en el tiempo para toda la eternidad, caras amigas, a excepción de una... ¿A quién pertenecían esos ojos? ¿Quién inclinaba la cabeza con ese gesto tan peculiar? Este era el acertijo. La respuesta no tardó en llegar. A pesar de no haberla visto nunca, las descripciones de sus compañeros, bastaron para confirmar la hipótesis de que se trataba de la misma Hada del Destino Ico.

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