jueves, 15 de mayo de 2008

Cuento de Cumpleaños (7ª parte)


El Príncipe comenzaba a encontrarse exhausto, pero aún le quedaban un par de pruebas.

De repente comenzó a sonar una melodía, no, una canción con letra, ¿pop? ¿rock? ¡Oh no! ¡Funky! El caballero Wu Fulin, antiguo vecino en la Torre de los Guerreros, tocaba su cítara e incitaba a brincar a quienes lo oían. El reto consistía en bailar cual "cisne en su lago", aunque no precisamente ballet clásico, pues sus movimientos se asemejaban más a un torpe pollo de corral que a un elegante cuellilargo blanco. Como no podía ser de otra manera, el Príncipe venció toda vergüenza y danzó al son de esa "música" hasta conseguir su objetivo.



Ya había llegado el momento de acabar la aventura. Sin embargo, para superar la última prueba, el Príncipe debía realizar un último hechizo y convertirse en una ligera mariposa ante los ojos de decenas de hijos del Gran Dragón. La hechicera Lidia, junto con el caballero Dani y la dama Mireia, pusieron en sus manos las herramientas que utilizaría para echar a volar. Las cintas de colores se agitaron y voló. Como recompensa, sus compañeros le ofrecieron el regalo que la joven heraldo Sandra había dejado para el Príncipe unos días antes de partir hacia sus tierras: un delfín que lo relajaría en los momentos más tensos. Además, también pudo hablar con ella gracias a la magia del teléfono móvil...






Sólo quedaba volver a casa, a sus aposentos. Todos sus compañeros de aventura habían desaparecido en cuestión de segundos. ¿Dónde habían ido? Al llegar a su cuarto, la escena que se encontró conmovió al Príncipe. Todos sus amigos le aguardaban a oscuras en su habitación con la única luz de 25 largas velas sobre un bizcocho casero de chocolate.



Ni en aquel momento, ni ahora, ni nunca, el Príncipe podrá encontrar las palabras apropiadas para agradecerles todo lo que han hecho por él y el amor y cariño que le han regalado. ¡GRACIAS!



Al igual que de sus compañeros del Reino del Gran Dragón, el Príncipe recibió ese día y en los siguientes felicitaciones procedentes de todos sus amigos. Incluso, las princesas de su Reino le obsequiaron con un cuento en internet también.



¡GRACIAS! Me hacéis sentir un hombre especial cada día que paso con vosotros y vosotras. Ojalá la tinta de este cuento siga escribiendo muchas páginas con los caballeros, princesas y demás animalillos del bosque que siempre me acompañan.

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