La isla de Hainan, junto con otras islas menores, se encuentra en la zona más meridional de China y, por ello, cuenta con un clima tropical y unas temperaturas veraniegas durante todo el año. El Mar de China baña sus costas, y una fina y blanca arena sirve de alfombra a los millares de cocoteros que pueblan las playas. Sanya es la segunda ciudad más importante y la más atractiva para el turista por su amplia oferta de ocio.
Esperando contemplar tal paraíso terrenal y nadar en sus aguas cristalinas, el Príncipe y sus amigos Jaime, Cayita, Paula y María José emprendieron un largo viaje por los nublados cielos del Reino del Gran Dragón en busca de un lugar donde protegerse del frío septentrional.
La visión de tanta belleza podía llegar a petrificar a los mortales cual Sirenita en Copenhague.
La brisa jugaba por primera vez con doncellas de tierras lejanas...
Aquel mar paladeaba por primera vez también sabores mediterráneos...
Podías ir disfrazado a la moda hawaiana por la calle y vestir pijama todo el día...
La comitiva vacacional llegó hasta la roca que marca los confines de un mundo antiguo, ya desaparecido.
Pero a la mañana siguiente, una nueva aventura enloquecía a tan extraños viajeros por aquellas tierras, hasta conducirlos a la Isla de los Monos.
Aunque, como ya sabéis por este cuento, los hijos del Gran Dragón tampoco están muy cuerdos y prefieren llevar a la playa chalecos salvavidas de avión en vez de flotadores, colchonetas y manguitos.
Y este cuento no ha hecho más que comenzar...
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