domingo, 1 de marzo de 2009

Cuento de Hainan 2ª. parte

Tras haber descansado casi dos semanas en la Torre de los Guerreros y haber ultimado los preparativos para futuras aventuras, aquellas por las que, sin saberlo, había vuelto a la capital del Reino del Gran Dragón, el joven Príncipe recibió por segunda vez la visita de su gran amiga y compañera del alma Sonia. Precisamente el día de los Enamorados emprendieron el vuelo hacia la paradisiaca isla de Hainan, donde la dulce doncella pudo deshacerse de la sensación de frío y color gris que envuelven su actual morada en la capital de un antiguo imperio, Londres. Sin embargo, el día anterior aún tuvieron tiempo de bailar al son de un Dirty Dancing bastante concurrido y popular.

Al estar ya familiarizado con el entorno, el Príncipe sabía exactamente hacia dónde dirigir sus pasos, qué lugares merecían ser vistos antes que otros y, sobre todo, qué carruajes les podían conducir a tales lugares.

En la Montaña Del Ciervo Que Vuelve La Cabeza, cuenta la leyenda que un joven cazador persiguió una preciosa cierva desde el interior de China hasta la isla de Hainan. Acorralada en una península de la bahía de Sanya, en la cima de esta montaña, la cierva contempló que sólo el mar quedaba frente a ella y, volviendo la cabeza atrás, vio cómo su perseguidor se disponía a disparar con su arco. Así pues, decidió adoptar su forma original de ninfa. El cazador quedó totalmente hechizado por la belleza de este ser y finalmente la tomó como esposa. Ahora aquella montaña es un lugar mágico donde el amor puede presentarse bajo las formas más increíbles: ya sea bajo la apariencia de un viejo anciano que entrelaza dos hilos, dos vidas...

...O ya sea bajo el repugnante aspecto de una ranita. De todas maneras, nunca sabremos si era un Príncipe Azul disfrazado o una bella princesa, pues ninguno de los dos quiso besarla.

Como siempre, las playas estaban cargadas de anécdotas. Como los hijos del Gran Dragón huyen del sol, buscan siempre el cobijo de la sombra. No obstante, carecen de nuestras grandes sombrillas, así que no tienen más remedio que acudir con paraguas a la orilla y no muchos se atreven a despojarse de sus vestimentas.

Una vez más las novias mostraban el resplandor del amor...
...y un grupo de pescadores echaban sus redes al mar.
Animados por tanta expresión artística, la pareja de viajeros decidió sumarse al encanto de tomar fotos en tales paisajes, con las poses más diversas y extravagantes, aunque muchas de estas fotos deben guardarse para cuentos más picantes...

Pero, sobre todo, era el momento de acumular energía y descansar ante de la batalla que se avecina.

Sólo una advertencia para aquellos lectores que decidan vivir un cuento como este: recordad que las apariencias engañan, y un barato hostal con habitaciones inmensas, camas dobles, televisión por cable y conexión a internet puede esconderse bajo la forma de una tienda de lencería sexy.

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