Hoy es 1 de diciembre. El Hotel Hilton de Beijing ha encendido su gran Árbol de Navidad y también dicen que Papá Noel visitaba la capital china para que los niños pudieran pedirle sus regalos. Esta tarde he ido de compras al centro con Elena y Dani, y he tenido la sensación de pasear por Portal de l'Àngel (Barcelona), pero sin tanta gente (¡Qué ironía estando en China!). No hay escaparates llamativos, ni luces de Navidad, ni villancicos, sólo referencias y más referencias a los Juegos Olímpicos. La Plaza de Tiananmen y los edificios cercanos cuentan con miles de bombillas que dibujan sus contornos, una vista preciosa a pesar de que nada tiene que ver con la Navidad. Ya sé que estas fiestas son una mezcla del más agresivo márketing empresarial y del más ingenuo consumismo social, pero yo soy uno de esos ingenuos consumistas que ahora y aquí echa de menos una sonrisa amable y un "¡Ho, ho, ho!¡Feliz Navidad!".
Algunos ya habréis notado que Walt Disney añade numerosas cucharadas sopera de azúcar a las adaptaciones que hace de los cuentos. Hasta esta noche no había leído el cuento original de Andersen La Sirenita, uno de mis favoritos. Aunque comienza de manera muy similar a la historia protagonizada por Ariel, el final es mucho más trágico. No, la pequeña sirena no acaba casándose con el Príncipe y,por ello, la mañana en la que el Príncipe se casa con otra, su corazón se rompe y debe morir transformándose en espuma de mar. Sin embargo, tiene la opción de salvarse si apuñala el corazón de su amado antes del amanecer. Hay amores que, pese a las dificultades, acaban con un "fueron felices y comieron perdices"; y hay amores, aún mayores y más espléndidos, que acaban con un "sé feliz, aunque no conmigo". De todas maneras, no olvidemos que Andersen escribió un cuento, y todas las buenas acciones tienen su recompensa, hay un final relativamente feliz y una moraleja para los niños...que espero que algún día leáis y aprendáis.
La ilustración es un cuadro del pintor John William Waterhouse, y tuve un póster colgado en mi habitación del piso de Sant Cugat durante dos años. ¿Os acordáis?
"Bajo del mar, bajo del mar..."
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