Hoy hace exactamente un año que llegué a Beijing, acompañado de un perfecto desconocido (a excepción de lo que había leído en su blog) y habiendo dejado atrás a mi familia y amigos, de los cuales María fue la última en darme un beso de despedida en Barajas.
En estos 365 días he cambiado muchísimo y he aprendido un tanto más.
Hoy voy a hacer un breve balance de lo vivido en este último año:
- He conocido a buenos amigos, o más bien, a una familia.
- He aprendido que las apariencias engañan y que los prejuicios y etiquetas son efímeros si estás dispuesto a cambiar tus ideas.
- He descubierto lo cerca que puedes sentirte de alguien en un abrazo.
- He visto que los cielos grises también dejan paso a cielos azules salpicados por cometas.
- He abierto y me han abierto las puertas del corazón.
- He comprobado en más de una ocasión que por la boca muere el pez.
- Me he deshecho del miedo y vergüenza de expresar lo que siento, ya fuera con palabras, miradas, regalos o un simple cuento.
- He degustado las exquisiteces del mejor cocinero.
- He experimentado por primera vez un par de cosas.
- Y también he aprendido algo de chino...
Hoy puedo afirmar con absoluta sinceridad que soy más feliz que hace una año, aunque hoy sea la melancolía la que inspire estas líneas.
1 comentario:
Perseguir sueños conlleva siempre un gran esfuerzo, pero la recompensa es tan grande que merece la pena.
No dejes nunca de caminar tras ellos, y sé siempre tú mismo.
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