Pese a las apariencias, nuestras clases son muy divertidas e interesantes (casi siempre), y no resulta duro madrugar si te encuentras con unas profesoras tan entregadas y unos compañeros tan simpáticos. Dejadme que os explique mejor esta extraña estampa:
Parece ser que en toda Asia, sobre todo en Corea, es costumbre echarse una mini-siesta en los descansos, unos diez minutos que los europeos solemos aprovechar para charlar, beber un café, desayunar, fumar, etc. Así pues, para mis compañeros coreanos, el timbre de la facultad es como la aguja de una vieja rueca que "pincha" sus oídos y adormece sus sentidos. Sin embargo, no queda ahí la cosa, pues a veces durante la clase también se duermen sin ningún tipo de vergüenza. Mientras los europeos utilizamos un libro para esconder nuestros ojos cerrados, ellos prefieren utilizar los pupitres como almohadas y sus capuchas o gorros como mantas. Y de este modo, como cubiertos por una capa de invisibilidad, las profesoras no les dicen nada en absoluto. ¿Os imagináis la misma situación en España?
Como he dicho antes, no sólo los coreanos, sino también los chinos (y supongo que muchos otros asiáticos) disfrutan del somnífero abrazo de Morfeo en los lugares más insospechados adoptando posturas poco convencionales. Pero esa es otra historia.
¡Y si no puedes con ellos...buenas noches!
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