En todo cuento que se precie, el protagonista no está solo, sino que le acompañan una serie de personajes que le ayudan a progresar y avanzar en su misión. Igualmente, este protagonista se convierte en un actor secundario del resto de cuentos de los demás personajes; así, numerosas historias se van entrelazando siguiendo la voz, no de un caprichoso narrador, sino la de sus propios corazones... Le he estado dando muchas vueltas. En el cuento de mi vida, todos habéis desempeñado un papel importantísimo para crear a este Príncipe, y es a mi familia y amigos, a vosotros, a los que debo la voz que hoy poseo y que narra mi cuento.
Ahora, en China, en esta nueva aventura del Príncipe, me encuentro con más personajes.
Ayer fue el cumpleaños de Dani, uno de los mejores conocedores de la realidad china y de todo el mundo en general, un valeroso y valioso caballero en esta misión del Gran Dragón. Alquilamos un estudio (22 euros), con baño, cocina, gran salón y una habitación, para organizarle una fiesta sorpresa por la noche. Resulta conmovedor cómo personas, que apenas se conocen de unos meses, son capaces de movilizarse y crear una atmósfera idílica, de cuento de hadas, para hacer sentir a este personaje el protagonista de un cuento.
Jaime, al que podríamos definir como el papá del grupo, el que se preocupa de que todos estemos bien y contentos, lideró los preparativos para que la fiesta fuera un éxito. Como cocinero, también consiguió dejarnos bien satisfechos.
Cada conversación que tengo con cada uno de mis compañeros, me descubre cosas nuevas sobre ellos, a veces realmente sorprendentes, pues en un solo cuerpo pueden reunirse actitudes que, hasta ahora, creía opuestas. Merece la pena hacer un alto en el camino hacia nuestro destino para conocer y respetar lo que es diferente en cada uno de nosotros, y para afianzar lo que nos une.
Al estar rodeado de gente así, parece inevitable pensar que algo de magia debe haber en el mundo para reunir a personas tan distintas en un Gran Cuento. Y, para este cuento chino en concreto, hará falta que la unión haga la fuerza...
Dani, sentado, recibe su trozo de tarta aparte (porque no le gusta el coco que lleva la gran tarta) de manos de Jaime. Luis y Alfonso contemplan la escena.
Ahora, en China, en esta nueva aventura del Príncipe, me encuentro con más personajes.
Ayer fue el cumpleaños de Dani, uno de los mejores conocedores de la realidad china y de todo el mundo en general, un valeroso y valioso caballero en esta misión del Gran Dragón. Alquilamos un estudio (22 euros), con baño, cocina, gran salón y una habitación, para organizarle una fiesta sorpresa por la noche. Resulta conmovedor cómo personas, que apenas se conocen de unos meses, son capaces de movilizarse y crear una atmósfera idílica, de cuento de hadas, para hacer sentir a este personaje el protagonista de un cuento.
Jaime, al que podríamos definir como el papá del grupo, el que se preocupa de que todos estemos bien y contentos, lideró los preparativos para que la fiesta fuera un éxito. Como cocinero, también consiguió dejarnos bien satisfechos.
Cada conversación que tengo con cada uno de mis compañeros, me descubre cosas nuevas sobre ellos, a veces realmente sorprendentes, pues en un solo cuerpo pueden reunirse actitudes que, hasta ahora, creía opuestas. Merece la pena hacer un alto en el camino hacia nuestro destino para conocer y respetar lo que es diferente en cada uno de nosotros, y para afianzar lo que nos une.
Al estar rodeado de gente así, parece inevitable pensar que algo de magia debe haber en el mundo para reunir a personas tan distintas en un Gran Cuento. Y, para este cuento chino en concreto, hará falta que la unión haga la fuerza...
Dani, sentado, recibe su trozo de tarta aparte (porque no le gusta el coco que lleva la gran tarta) de manos de Jaime. Luis y Alfonso contemplan la escena.
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