¿Os imagináis qué hubiera pasado si la Cenicienta no hubiera creído a su Hada Madrina y no hubiera ido al baile? ¿Y si Aladín hubiera arrojado su lámpara mágica sobre cualquier duna del desierto? ¿Y si Arturo no hubiera oído las palabras del mago Merlín y no hubiera liberado a Excalibur de su prisión de piedra? En efecto, los cuentos serían mucho más tristes.
No os equivoquéis. Ya sé que el mundo no es Disneyland, y que no se me va a aparecer mi Hada Madrina y me va a transformar en un Príncipe alto y guapo, capaz de conquistar a cualquier fémina que se cruce en mi camino. No soy tan ingenuo. Sólo digo que para recibir esa ayuda "mágica" que a veces necesitamos, hay que esforzarse, insistir, no perder la esperanza nunca, en definitva, CREER.
Por ello, os aconsejo que escuchéis a los más sabios, aceptéis todas las invitaciones a los bailes, frotéis cualquier objeto viejo que encontréis o solicitéis una beca muy difícil de conseguir. Al final un hada te concede el deseo.
2 comentarios:
¡Es muy bonito pensar eso! Realmente es cierto que a veces con creer todo vale, pero lo malo llega cuando crees, y crees en vano. De todas maneras, tal vez en mi cuento no haya hada madrina, pero si que hay un principe, muchas princesas y un ratón... en eso es lo que creeré.LILO
Me alegro de que hayas cambiado el NO rotundo por un TAL VEZ NO... Sólo estás en la página 24, todavía te queda mucho para el Colorín, colorado...
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